Siempre recuerdo lo sucedido hace más de tres meses atrás, llegando al club Ameghino con Matías, y Esteban diciendo, gritándome ofendido a mi ni me saludes (Producto de las tantas veces que deje a Mati) y tratándome para el orto, nunca me sentí tan desubicada como en ese momento, me fui a un costado con Matías cuando él termino de saludar a los pibes que esperaban sentados contra la pared del Ameghino para que abran las puertas así veíamos a las bandas. Ese día estaba tan mal, sabía que las cosas cambiarían para siempre, me quería ir hasta que vino Esteban a preguntarme a solas:

- ¿Lo querés a él?

- Sí, demasiado.

- Entonces no lo dejés ir, pelotuda.

Y volvió a repetirme mirándome muy fijos a los ojos, y agarrándome las manos escupiendo las palabras, casi sin pensarlas "No lo dejes ir".

Siempre voy a recordar esa mirada de Esteban, exijiendo, pidiendo como máximo deseo que no lo deje, que no lo deje solo a Matías. Hasta el día de hoy me pregunto ¿Por qué? Esteban sabía, todo lo que pasaba, realmente él si sabía que yo aunque no lo diga estaba enamorada, que Matías había visto de nuevo a su ex, que no se sentía bien conmigo, que yo cada vez estaba peor y que lo mejor era separarnos para siempre. El siempre supo eso, por adelantado que lo nuestro con Mati nunca iba a volver a ser lo mismo. Pero, el me dijo firmemente como nadie nunca, pero nunca en mi vida me había hablado y orientado "No lo dejes ir".

Dicen que hay momentos, fotografías de vida; y los ojos de Esteban tan sinceros y decisivos nunca me los voy a olvidar, nunca me voy a olvidar con la firmeza que sostuvo sus palabras cuando ya todo declinaba a un desastre, jamás me olvidaré de tan corto pero potente mensaje No lo dejes, ir.